Quizás el hombre de Altamira sólo se quería comunicar o guardar en un archivo imborrable sus hábitos, su vida y la de sus compañeros de viaje para crear una prueba eterna de su existencia, es difícil adivinar una naturaleza pretenciosa en la creación de sus dibujos… Sin embargo en el resto de civilizaciones posteriores, lo que hoy consideramos como obras de arte históricas estuvieron ligadas al poder:

 

Los egipcios creaban tumbas para magnificar a sus faraones.

Los romanos poderosas estatuas de sus emperadores.
Los españoles retratos de sus reyes engalanados en «glamurosos» ropajes.
Y es por esto que el arte desde lo mismo momento de su nacimiento fue una herramienta de orden social, jerarquización y de publicidad.
Quizás esto tergiverso o directamente definió el concepto de arte que llegó a nuestros días; por esta razón debemos realizar el utópico ejercicio de borrar nuestras ideas, lavarnos el cerebro y volver a preguntarnos: ¿Qué es arte?
Yo incluso lo definiré en su concepción más básica y universal sin miedo a ningún reproche de gurús masturbadores mentales:
«Arte es lo que individualmente consideramos bello»
La propia definición diccionarial así lo refleja:
ARTE (Real academia Española de la Lengua)
1) amb. Virtud, disposición y habilidad para hacer algo.
2) amb. Manifestación de la actividad humana mediante la cuál se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros.
La mayor parte de os estaréis de acuerdo conmigo, pues bien volvamos a la «Historia del Arte» aquí encontraremos algunos atributos más para esta definición: resulta que esas obras están motivadas, tienen una causa y un propósito social.
Es innegable a destreza de Velázquez pintando a Felipe IV a caballo, o la de Miguel Ángel esculpiendo su poderoso David. Sí, hay un artista y una obra, pero el resultado está influido o directamente motivado por los mecenas, por el patrocinador. Al igual que en la publicidad actual, que la debemos considerar el arte popular de hoy en día, sin jerarquías sobre otros modos de expresión usados por grupos sociales exclusivos para seguir jerarquizándose y utilizando el arte como una herramienta de clasificación.
¿Era entonces más artista Van Gogh pintando campos de trigo sin mayor pretensión que la obsesiva pasión por representar la luz, el Sol, lo que él consideraba bello; que Velázquez como pintor de cámara de Felipe IV en su labor profesional de agraciar la figura de su protector?
Esto es algo sobre lo que tenemos que reflexionar nosotros mismos… hay bellezas innegables como la sonrisa de un bebé, y hay otra educacionales, en las que tenemos que desarrollar una sensibilidad…el grito de un violín en la Quinta Sinfonía de Beethoven… el sabor de la leche recién ordeñada a mano por mi abuela María… las hojas de otoño arrastradas por el viento…
Aunque que es necesaria e imprescindible una canalización e institucionalización de las maneras de expresión y de su lenguaje, no es menos importante la corriente revolucionaria que siempre la acompaña y se rebela de una manera enriquecedora y dinamizadora contra los férreos estandartes de la inerte rutina.

Xosé Rivera

xoserivera@dobleclic.com

Para Celtia. Sempre te quererei.